Septiembre solía ser de mis meses favoritos. Venía con todo
el ruido de la festividad, me envolvía en luces de colores, canciones,
conciertos con mi padre y juegos con mis hermanas. Cuando era niña me llevaban
a la feria que se hace todos los años en mi colonia. Me encantaba gritar hasta
morir mientras rebotaba con ellas de un lado a otro en las máquinas ruidosas.
Compraba cada año un algodón de azúcar gigante, y después descansaba en las
brumas de dulce durante horas.
Cada año ha
sido diferente. En alguno fuimos los cinco. En otros, fui el tercero incómodo
con mi hermana y su novio de la facultad. En otro convencí a mi hermana mayor
para que me llevara. En otro mi otra hermana me convenció de subirme a la
serpiente, y tosí tanto que la gente pensó que les iba a vomitar encima.
El año
pasado fui con mis papás. Mis hermanas ya no viven conmigo. Han hecho sus
vidas, y eso está bien. El año pasado también vino él. Fuimos los cuatro,
comimos tacos y yo canté todas las rancheras que estaba cantando el mariachi en
el escenario en ese momento. Me sentía feliz, aunque las cosas fueran
diferentes. Me subí a los juegos, y reí. Reí mucho.
Este año
fui sola. Fui porque sé que me recuerda momentos de felicidad con las personas
que más he amado. Fui porque quería vernos reflejados en los ojos de otras
personas, en otras familias. Quería verme a mí misma riendo de niña, y gritando
como loca en los juegos ruidosos.
Pero no me
vi.
Vi a la gente reír, como yo reí; a la gente gritar, como yo
grité. Vi a las parejas tomarse de las manos, comer juntas, cargar a sus hijos
y repartirse toda la comida que acababan de comprar.
No me vi.
Porque ya nada existe. Me quedé estancada en un momento en el tiempo en el que
no puedo retroceder, pero tampoco avanzar porque delante de mí hay un
precipicio. Cualquier decisión que tome será juzgada por el resto de ojos. Sin
importar hacia dónde dirija mis pasos, caeré.
Tengo las manos vacías. Las llené
con ponche y gelatina. Pero no pude comer. Ojalá hubiera llovido, para que al
menos, por un minuto, mis manos se llenaran de agua.
Estoy sola.
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